It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been

“No”. Una palabra tan sencilla, pero cómo nos cuesta decirla y la cambiamos por un “sí” que en muchas ocasiones desearíamos que nunca hubiera salido de nuestra boca. A todos nos ha pasado más de alguna vez que decimos “sí” cuando realmente queremos negarnos. ¿Por qué pasa esto?

Las razones por las que nos cuesta decir “no” son muchas. Miedo a cómo va a reaccionar la otra persona, que se enoje con nosotros, se ponga triste, o piense que no nos importa. La idea de que si decimos “no”, vamos a ser rechazados, nos van a excluir y no nos van a querer. Damos un “sí”, porque deseamos que nos aprueben, que nos vean como personas serviciales, amables, atentas, que caemos bien y no queremos que nuestra imagen ante los demás se vea comprometida ante una negación.

A veces evitamos decir “no”, porque no queremos generar conflictos. Preferimos llevar la fiesta en “paz” aún a costa de nuestra propia paz interior y de hacer cosas que no queremos hacer. Otro de los motivos por los que no podemos decir “no” es porque al hacerlo nos sentimos culpables y con remordimiento.

Los ejemplos de situaciones en las que nos cuesta negarnos abundan: cuando tus compañeros de clase de piden que los pongas en el trabajo aun cuando no hicieron nada, cuando una amiga te pide que le prestes tu vestido favorito, cuando te piden que te quedes hasta tarde y tienes el acto de tu hijo, incluso cuando alguien te insiste para que seas su pareja. Sobre todo nos cuesta decirle que no a las personas que más nos importan o a las que les tenemos miedo porque son figuras de autoridad como un jefe o nuestros padres.

Nos encontramos con personas que recurren al chantaje para que accedamos a sus peticiones. Por favor no te dejes chantajear emocionalmente ni de ninguna otra forma. Quien hace eso está abusando de la relación y te está demostrando que no le importas y lo único que quiere es que se haga lo que él dice.

Cuando no podemos decir “no”, significa que no sabemos poner límites. Aceptamos ponernos en situaciones en las que abusan de nosotros. Dejamos que los demás hagan lo que quieran y nosotros siempre asentimos. Por lo tanto, aprender a decir “no” implica aprender a poner límites y aprender a respetamos. Es indispensable decir no cuando sea necesario y negarnos a realizar actos que nos hacen sentir incómodos, que nos molestan y con los que no estamos de acuerdo. No podemos hacer cosas que van en contra de nuestros principios y valores y que nos parecen incorrectas sólo por complacer a los demás.

Decir “sí” por complacer a los demás resulta dañino para la persona y para su autoestima. Se llega a sentir que sus sentimientos y deseos no tienen ningún valor y que siempre debe poner los del otro por encima. Muchos creen que negarse a hacer algo y pensar primero en uno mismo es ser egoísta. ¡No es así! Es simplemente saber poner límites y tener claro hasta donde podemos ceder. En la vida es necesario hacer concesiones, pero no puede ser la regla, porque entonces nos volvemos complacientes.

En otra entrada les hablé acerca de la asertividad. Una persona asertiva sabe decir “no”. También esto se puede aprender para hacerlo de la forma correcta, sin herir susceptibilidades y sin quedar más con los demás.

¿Cómo decir no? Lo primero es que debemos saber que tenemos derecho a decir “no” y que hacerlo no debe generarnos culpa. Debemos estar seguros de esa es la respuesta que queremos dar. También es importante cómo decimos ese “no”.

Dar explicaciones cuando sea posible es una buena forma de suavizarlo. Es un error creer que no tenemos por qué dar explicaciones. Es cierto que no siempre es necesario darlas, pero si podemos, ¿por qué no hacerlo? Decirle a nuestro interlocutor la razón por la que no podemos hacer lo que nos pide, en lugar de dar un “no” tajante, nos permite asegurarnos de que éste va a comprender nuestros motivos y no lo va a tomar como algo personal.

Es esencial que nos conozcamos muy bien a nosotros mismos y nuestras circunstancias. Hay momentos en lo que desearíamos poder ayudar a otras personas, pero nuestra situación no nos lo permite, ya sea porque estamos demasiado ocupados o porque tenemos problemas importantes nuestros que resolver. Debemos priorizar y hacer siempre lo que es más importante para nosotros. El punto es que no tomemos más carga de la que podemos llevar.

Existen personas que por decir siempre “sí” se sobrecargan de trabajo y de responsabilidades que pueden llegar a ser perjudiciales y terminar por afectar su salud. Son el tipo de persona que resulta incondicional y que siempre está dispuesta a ayudar a los demás aun sabiendo que ya está sobresaturada. Es fundamental recordar que quien nos quiere no nos va a hacer sentir mal por no poder hacer lo que desean.

En el caso de que no estás seguro de que respuesta dar, puedes pedir tiempo para responder. De ese modo podrás evaluar el escenario y determinar si puedes o no con la petición. Esto te da la oportunidad de consultarlo con alguien más e incluso de buscar opciones para plantearle a la otra persona en caso de que no puedas hacer lo que te pide. También puedes decir que en esta ocasión no puedes ayudarle, pero que un futuro puede contar contigo.

Es importante que aprendamos a decir “no” sin que esto se convierta en un verdadero conflicto para nosotros, sin sentir culpa ni remordimiento. A veces no les damos el crédito suficiente a las personas y pensamos que no van a comprendernos, cuando la realidad nos sorprendería. Así como tú valoras la honestidad y el respeto, los demás también. Es algo que se agradece más que hacer las cosas de mala gana y por salir del compromiso.

¿Te cuesta decir “no”? ¡Empieza a practicar ahora!

Suscríbete a mi newsletter