It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been
Escuchar EL Doble, Hablar La Mitad by Soniux Valdés

La semana pasada me quedé sin voz completamente. ¡No me salía ni en susurros! Durante varios días la forcé lo más que pude aun cuando se me cortaba, dañando todavía más mi faringe. Sentía que no podía quedarme sin hablar, porque tenía demasiado que decir y para mí era importante lo que quería comunicarle a los demás. Pero mi garganta me pasó la factura. El cuerpo requiere de cuidados y si no lo oímos por las buenas, pues toca por las malas.

Es la segunda vez en la vida que me pasa esto y fue súper diferente de la primera, porque en esta ocasión estaba rodeada de personas y estaba realizando actividades que requerían de mi voz. La más importante eran mis clases. Lo lógico hubiera sido que me quedara en reposo y no fuera a ninguna clase dado que no iba a poder hablar de todas formas. Sin embargo, decidí ir. ¿Por qué? Porque sabía que aunque yo no dijera nada, iba a escuchar a los demás e iba a aprender de igual manera. ¡No me equivoqué!

Sinceramente no me hizo falta mi voz durante toda la semana. Es más, ¡lo disfruté! Por fin pude quedarme callada, sin tener que estar hablando con personas que no deseaba ni respondiendo preguntas que no quería. Con las personas que necesitaba hablar, me comunicaba con mímicas o escribiendo. Además, ahora con la tecnología es súper fácil comunicarse a través de chats, correos o simplemente escribir en la Tablet. Aproveché a expresarme de forma escrita que es la que tanto me gusta.

En las clases, mis profesores hicieron todo lo posible para que yo participara lo más que pudiera a pesar de mi limitación temporal e hice prácticamente todo. El no poder hablar no fue un impedimento. Y es que cuando perdemos un sentido, podemos desarrollar más los otros.

Todo esto estuvo bien, pero lo que más me impresionó fue cuánto desarrollé la capacidad de escuchar a los demás. Al tener que guardar silencio a la fuerza, podía enfocarme en poner atención a las palabras de las personas que tenía a mi alrededor. Y no sólo a sus palabras, sino también a sus acciones, gestos, movimientos. Fui capaz de conocer más a personas con las que había estado en contacto desde hace varias semanas, pero de las que sabía muy poco. En lugar de que ellas me interrogaran para saber más de mí, les pedí que ellas me contaran acerca de sí mismas, porque yo no iba a poder responder más que asintiendo o negando con la cabeza. ¡Descubrí muchísimo de la gente que tenía a mi alrededor!

Además, al estar callada, pude poner más atención a lo que las personas me decían sin estar preparando mi respuesta y sin interrumpirlos… ¡porque no podía hacerlo! Es increíble cómo tantas veces no escuchamos lo que nuestro interlocutor quiere comunicarnos, porque estamos pensando en lo que nosotros vamos a responder. Observen esto cuando estén teniendo una conversación y se van a dar cuenta de cómo siempre estamos anticipándonos para hablar, en lugar de esperar y escuchar.

En muchas ocasiones disparamos una cantidad de información exagerada sin detenernos a pensar si la otra persona está asimilando todo. En otras situaciones con sólo que nos pregunten “¿cómo estás?”, comenzamos a desahogarnos y contamos toda la historia de nuestra vida. Es sorprendente la necesidad que tenemos los seres humanos de sacar todo lo que nos molesta y de encontrar a alguien que nos escuche. Pero así como nosotros necesitamos ser escuchados y no sólo tener 2 orejas oyendo, los demás también necesitan que les pongan atención y que nos interesemos en ellos.

Es importante darnos cuenta de que muchas veces somos egoístas y manejamos relaciones de una vía en las que pensamos que sólo lo que nosotros tenemos que decir es importante. Cuando nos relacionamos con los demás, debemos esforzarnos porque sean relaciones de doble vía en la que así como nos escuchan, nosotros escuchamos. No nos quedemos en el punto de contar todo nuestro rollo y luego decir gracias, darse la vuelta e irse. Siempre tratemos de preguntarle al otro “cómo está”. Nos vamos a asombrar de cuánto podemos ayudar con sólo escuchar.

Recuerden que Dios nos ha dado dos oídos y una boca, para escuchar el doble y hablar la mitad.

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