It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been

¿Les ha pasado que no les gusta cómo es su vida hasta el momento y sin embargo, no hacen absolutamente nada para cambiar esa situación? A muchos nos sucede en algún momento que hay aspectos de nuestra vida que no nos hacen felices, pero nos acomodamos a vivir así y pensamos que no tenemos opción para hacer algo diferente, lo cuál no es cierto.

No es malo tener miedo, es normal que los seres humanos lo sintamos en algunas ocasiones. De alguna forma es parte de nuestro instinto de supervivencia, porque el miedo nos ayuda a estar alerta y evitar los peligros. Lo malo está cuando ese miedo llega a paralizarnos y no nos permite realizarnos completamente y ser felices. Si permitimos que el miedo nos detenga, después nos vamos a arrepentir de no haber luchado por nuestros sueños y nos va a quedar un sentimiento de tristeza, frustración e impotencia por no haber hecho lo que realmente nos gusta.

Cuando llega el momento de replantearnos nuestra vida, debemos buscar opciones para cambiarla. Como decía Einstein: “No podemos obtener resultados diferentes haciendo la misma cosa”. No podemos resignarnos a que así es nuestra vida y quedarnos estancados por temor a no conseguir lo que deseamos. El no enfrentar el miedo a fracasar es lo que nos impide alcanzar nuestros objetivos. Sabemos qué es lo que debemos hacer para cambiar nuestra vida, pero no nos atrevemos a correr ningún tipo de riesgo. ¡Debemos asumir riesgos! No todo es fácil en la vida. Todo lo bueno cuesta. El problema es que nosotros no sólo le tenemos miedo a fracasar, sino también a todo lo que implica conseguir algo que deseamos, que incluye cambios y también adquirir nuevas responsabilidades.

Muchas veces nos subestimamos y nos programamos negativamente, creyendo que no tenemos  la capacidad para hacer lo que nos proponemos. Somos nosotros mismos los que nos limitamos y esos límites sólo existen en nuestra mente. No nos auto saboteemos, ni pongamos excusas para no empezar un proyecto. Lo peor que podemos hacer es nunca intentarlo, porque siempre nos vamos a quedar con la duda de qué pudo haber sido.

«El fracaso más grande es nunca haberlo intentado». – Proverbio Chino. Las únicas personas en este mundo que no fracasan, son aquellos que no hacen nada, que ni siquiera lo intentan.

Es más común de lo que se imaginan que cuando tenemos un proyecto, muchas veces lo dejamos en la idea. ¿Por qué no lo llevamos a la práctica? Porque no podemos estar seguros del resultado y no queremos fallar. Nada es seguro y nadie nos puede asegurar qué es lo que va a pasar. Pero nos estamos adelantando a un resultado que no conocemos y en lugar de pensar que va a ser positivo, de inmediato nos imaginamos el peor escenario posible. Nuestra mente nos juega sucio y llegamos al punto de vivir el fracaso cuando ni siquiera ha sucedido. ¡Este miedo no es real! Aún así, nos angustia como si lo fuera, permitiendo que algo que no existe nos haga daño y generando un desgaste emocional tan grande que sin duda terminamos desechando la idea.

¿Qué perdemos con intentarlo? Muchas veces nada. Debemos aprender a analizar las situaciones y evaluar cuáles son realmente los riesgos que podrían ocurrir si emprendemos el proyecto. Muchas veces vale la pena correr el riesgo y jugarnos todo para ganar. El que poco arriesga, poco gana. Tampoco les digo que se tiren al vacío. Siempre es bueno tener un plan de contingencia.

El éxito o el fracaso depende de la perspectiva con que cada quien ve una situación. Un fracaso no es una tragedia y por ningún motivo nos define como personas. Debemos entender que eso no nos hace menos valiosos de lo que somos, porque muchas veces ni siquiera es el temor a fracasar el que nos afecta tanto, sino el qué dirán las personas que nos rodean sobre nuestro fracaso. No queremos que se burlen de nosotros o que nos juzguen y nos rechacen. ¿Pero saben qué? La gente siempre va a buscar de qué hablar y no podemos depender de eso. Por lo tanto, si fallamos, lo único que debemos hacer es revisar a dónde estuvo el error y corregirlo. Lo importante es aprender de esa experiencia, porque si lo hacemos, no habrá sido en vano. Podemos buscar otra opción y la próxima vez lo vamos a hacer diferente… ¡mejor!

El mejor ejemplo de cómo enfrentar el fracaso nos lo muestra Thomas Alba Edison, que cuando inventó la bombilla, no lo logró a la primera, sino que realizó más de mil intentos. Un periodista le preguntó por qué seguía intentándolo luego de más de mil fracasos. Edison le respondió: «No fracasé, sólo descubrí mil formas de como no se debe hacer una bombilla. Lo que significa que me encuentro mil pasos más cerca de descubrir cómo hacerlo funcionar».

Es fácil decir todo lo que les he escrito, lo difícil es ponerlo en práctica. Una vez que tomen impulso y empiecen a intentarlo, se van a dar cuenta de que el miedo que sentían era irracional y que el no alcanzar su meta a la primera no es tan malo, porque están cada vez más cerca de ella. Nunca hay que dejar de soñar y creer que si estamos decididos podemos cumplir nuestros sueños.

¡El cielo es el límite!

Les dejo esta canción que me ENCANTA de Luis Miguel para que no dejen de soñar: SUEÑA.

Suscríbete a mi newsletter