It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been
Momento-De-Pelicula by Sonia Valdés


Momento De Película

octubre 20, 2014
Momento-De-Pelicula by Sonia Valdés

Me fascina ver series y películas, porque siempre pasan cosas inesperadas y fuera de lo normal. El tipo de suceso que no ocurre muy a menudo en la vida real. Escenas románticas que te dejan deseando que algo así te pasara. Usualmente, mientras más las buscamos, menos posibilidades tenemos de que nos ocurran. Pero cuando menos lo esperamos…

Hace unos días no tenía ganas de que nadie me hablara. Los hombres pueden llegar a generar mucho más drama que las mujeres. Por lo tanto, quería ir a un lugar donde nadie quisiera hablarme. Quería salir, pero sin tener que interactuar con otros. Así que decidí ir a un bar gay que queda cerca del edificio donde yo me estoy quedando. ¿Qué mejor lugar para que nadie me hable?

Me senté en la barra y pedí un té helado. Me cayó una llamada y me pasé más de 1 hora sentada, tomándome mi té y hablando por teléfono, desahogándome de todo lo que había pasado en los últimos días. En efecto, nadie se me acercó para hablarme. Una vez que terminé, pedí la cuenta y me fui.

Cuando iba caminando en la calle, un hombre me pasó corriendo y durante unos segundos paró y se volvió para verme. Nuestras miradas se cruzaron, él sonrió, se dio la vuelta y siguió corriendo. En mis adentros yo me decía: “No, no te vayás, regresá”. Cuando lo vi doblar en la esquina, supe que eso había sido todo, pero igual me dejó con una sonrisa.

Al llegar yo a la esquina, tenía que esperar para cruzar el semáforo y cuando iba cruzando la calle, para mi sorpresa, el guapo al que yo daba por perdido, venía corriendo detrás de mí otra vez, persiguiéndome y gritándome que lo esperara y que no me fuera. ¡No lo podía creer! ¡Ese era mi momento de película!

Me alcanzó al otro lado de la calle, me preguntó cuántos años tenía y de dónde era, y que si por favor podía regresar al bar gay con él y me invitaba a tomar algo. Él tenía que volver y realmente quería hablar conmigo y conocerme y luego invitarme a cenar. No me pregunten qué me pasó, pero mi respuesta fue “Sí”. Yo estaba sorprendida del riesgo que me estaba tomando en salir con un desconocido, pero es de esas situaciones en las que simplemente le hacés caso a tu sexto sentido y te dejás llevar.

Pasé la mejor noche en muchos años. No sentí en qué instante se pasaron las 4 horas que estuvimos platicando. Hablamos de todo. Es el tipo de hombre con el que pude ser yo, sin tener que fingir o tratar de impresionarlo. Con el que pude hacer bromas y que eso hizo que le gustara todavía más.

Cuando yo no estaba buscando nada, él me encontró. Digo, ¿cuáles son las posibilidades de ir a un bar gay y que el único hombre heterosexual que hay ahí salga corriendo detrás de mí y me alcance para pedirme que salga con él, yo esté tan loca que acepte y resulte ser un guapísimo, inteligente, simpático, caballeroso y que me hizo volver a creer que hay hombres que valen la pena? ¡Una noche de película!

Ese es el tipo de momentos mágicos que podemos tener si nos quitamos el estrés y la ansiedad de estar esperando que pasen. No sé qué va a pasar más adelante con él. Lo que sí sé es que después de que me dejó en el edificio, yo no podía borrarme la sonrisa tan grande que tenía. Él me dio el recuerdo más lindo de Atlanta y eso es más que suficiente.

Ojo que esa no es la forma prudente de reaccionar. Si en El Salvador un hombre desconocido sale corriendo detrás de mí, creo que le tiro los tacones y corro yo más rápido. Siempre tenemos que buscar nuestra seguridad primero. Pero eso no quita, que cada una puede llegar a tener su momento de película.

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