It's never too late to be what you might have been!
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Hace unos meses en Modern Family, una de las series que me encanta, cerraron con este pensamiento: “En el mundo hay personas soñadoras y personas realistas. Uno creería que los soñadores se van a unir a otros soñadores y los realistas a otros realistas. Pero pasa lo opuesto. ¿Por qué? Los soñadores necesitan a los realistas para impedirles volar muy cerca del sol. Y los realistas, sin los soñadores, puede que nunca lograsen levantarse del suelo”.

Cuando lo escuché, me encantó, porque lo hacían para explicar cómo en una misma familia existen personas completamente diferentes y que eso no tiene nada de malo. Si ustedes se ponen a pensar en los miembros de su familia, se van a dar cuenta de que cada uno tiene sus propias características que lo definen y lo hacen especial. Es más, cuando buscamos pareja queremos a alguien que nos complemente. Para que esto suceda, esa persona no puede ser igual a nosotros.

Tanto el soñador como el realista tienen cualidades y defectos.

Una persona soñadora no se conforma con lo que tiene, se pone retos, metas y lucha por cumplirlos. No se limita, porque cree que con esfuerzo y trabajo puede alcanzar lo que desea. En mi opinión son personas felices, juguetonas hasta cierto punto y tienen un toque de inocencia e ingenuidad. Los soñadores creen en los demás así como creen en ellos mismos. Tienen una visión amplia de la vida, una mente abierta. Hay una expresión en inglés que me gusta muchísimo: “think out of the box”. Ellos no se dejan encasillar.

El problema de un soñador está en que si sueña demasiado puede llegar a perder contacto con la realidad. Pueden utilizar el sueño como una vía de escape a una vida que tal vez no es como ellos desearían que fuera. Una persona no puede vivir soñando todo el tiempo, porque entonces corre el riesgo de comenzar a construir historias en su cabeza y que esas ideas no se concreticen, como crear diálogos y encuentros que nunca llegan a ocurrir, imaginarse relaciones que nunca se establecen y su mundo se puede convertir en una fantasía. Además, por ser tan confiados, el resto del mundo puede llegar a abusar de ellos, porque piensan que todas las personas son buenas.

Por otro lado, los realistas tienden a ser racionales, a regirse por las normas y a ser sumamente equilibrados en sus vidas. Son personas muy precavidas. El realista es muy trabajador, pero puede llegar a ser un poco obsesivo y a estresarse cuando las cosas no salen de acuerdo al plan. Son personas que se mantienen en control y que al tener la cabeza fría y siempre manejar diferentes escenarios ante posibles hechos, son capaces de solucionar los problemas de una forma muy eficiente.

Sin embargo, este tipo de personas son muy rígidas en cuanto a sus ideas y realizan todas sus actividades de una forma tradicional, tal y como las harían la mayoría de la gente. Al no soñar demasiado, se limitan en algunas ocasiones y no se dan cuenta de que se podrían poner retos mucho más altos, porque tienen la capacidad de superarlos. No les gusta correr riesgos y van a los seguro. Además, son desconfiados y les cuesta expresar sus emociones, por lo que reprimen muchísimo lo que sienten. No se permiten ilusionarse por miedo a decepcionarse y sufrir. Le huyen al sufrimiento, a ser lastimados y a sentir dolor. Por esas razones no demuestran su cariño a sus seres queridos y pueden ser un tanto fríos.

¿Qué es lo que les quiero decir con esto? Que no importa si se identifican con los soñadores o los realistas, porque ser soñador o ser realista no es bueno ni malo, simplemente es una característica que determina el tipo de persona que somos. Y como dice la frase que les puse al principio, lo esencial es entender que ambos se necesitan y se complementan. Los soñadores necesitamos que alguien nos ponga los pies sobre la tierra y no nos deje llegar al sol, porque nos podemos quemar. Saber que está bien soñar, pero que debemos establecer planes de acción para que esos sueños se vuelvan una realidad y no una vía de escape. Que no vivamos fantaseando, sino que cambiemos esa realidad que no nos gusta. Y los realistas necesitan ese empuje y esa motivación que sólo un soñador les puede dar, contar con alguien que cree en ellos y que los impulsa a ponerse metas altas, a tener sueños e ilusiones y saber que sí se pueden lograr.

Debemos aprender a apreciar las cualidades y fortalezas que tiene cada persona y a potencializarlas, en lugar de enojarnos porque son diferentes y querer moldearlas para que sean como nosotros. ¿Se imaginan que aburrida sería la vida si todos fuéramos iguales?

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