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Tolerancia y Respeto

Temas controversiales o que requieren una postura definida suelen generar discusiones entre quienes no comparten la misma opinión. A algunas personas se les escucha decir que ellos no hablan de religión, política o fútbol para evitar problemas. Pero a la lista se le pueden agregar tópicos como homosexualidad, racismo, aborto, eutanasia, etc. Por lo que no creo que callar sea la solución.

Estos últimos meses hemos estado en período electoral en El Salvador y me he dado cuenta de cómo ese simple hecho ha sacado lo peor de muchas personas. Es en momentos como estos que se puede ver lo que realmente mueve a la gente y su verdadera naturaleza. Tristemente muchos se dejan llevar por el fanatismo y se vuelven groseros, intolerantes y piensan que tienen vía libre para ofender y para insultar a los demás por no pensar igual que ellos.

Lo cierto es que en la vida nos vamos a encontrar siempre con diferentes opiniones y criterios. Sin embargo, los temas que les he mencionado se vuelven tan polémicos, porque se basan en nuestros principios y valores, en nuestras creencias que están bien arraigadas y es lo que profesamos. Por lo tanto, hacen que se muevan emociones. Son temáticas en las que muchas veces es complicado ser “tibio o neutral”, y se tiene que decidir de qué lado se está.

De cualquier forma los conflictos se dan entre aquellos que están en los extremos. Es el fanatismo lo que hace que las personas tengan reacciones viscerales, porque ya no responden desde la razón, sino que se dejan llevar por la pasión y sus respuestas salen del hígado. Son impulsivos a la hora de defender sus puntos de vista y se sienten atacados por quienes no los comparten. Por eso es que se vuelven agresivos.

El que más grita o el que más insultos dice no es el mejor ni mucho menos el que tiene la razón. Lo único que logra con esto es demostrar su bajeza y falta de educación. Las personas ofenden y arremeten contra los demás cuando ya no tienen argumentos para respaldar sus opiniones. Este tipo de discusiones no tienen ningún sentido, porque se vuelven estériles debido a que las personas no están abiertas a escuchar.

Todos, absolutamente todos, tenemos derecho a elegir en qué creer, a expresar nuestro sentir al respecto y a defenderlo. Lo que me parece lamentable es que haya personas que no sean capaces de respetar las diferentes posturas. Cada uno puede opinar y decir lo que piensa, pero sin agredir a los demás por pensar distinto.

Recuerden que sólo se puede vivir en paz respetando a nuestro prójimo. Esos son los valores que tenemos que enseñarle a nuestros niños y a todos los que nos rodean, y sólo se logra con el ejemplo. No podemos ir por el mundo peleándonos con todo el que no está de acuerdo con nosotros. Debemos aprender a ser tolerantes con quienes no comparten nuestra opinión para que ellos también sean tolerantes con nosotros. Evitar tocar los temas no es la opción más inteligente, sino ser civilizado y maduro para abordarlos.

Como decía Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. ¡Pongámoslo en práctica!

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