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Un Buen Maestro Motiva

Aunque ya había estado en San Francisco, había sido de vacaciones. Por ello no había tenido la oportunidad de compartir con personas nuevas, excepto las interacciones que se tienen con quienes te atienden cuando vas a comer o de compras.

Esta vez que estoy tomando clases he podido conocer a muchísima gente y estoy sorprendida. Las personas en mi universidad son tan diferentes a como somos en El Salvador. De alguna forma a nosotros nos encanta señalar los errores de los demás, ver sus defectos y nos creemos los jueces con derecho a criticar a quien se nos ponga enfrente sin pensar en sus sentimientos. Nos enfocamos más en lo negativo y no en lo positivo. Pensamos que al resaltar lo que las personas hacen mal, éstas van a tratar de hacer lo posible por dejar de hacerlo. Creemos que gritando, reprendiendo y castigando es como se obtienen cambios de conducta.

Los profesores que he tenido en San Francisco funcionan de otra manera. A diferencia de nosotros que llegamos a ser crueles en la forma de hacer las críticas, la gente aquí intenta ver lo mejor que cada uno puede ofrecer y potenciar esas cualidades. En mi primera clase estaba súper nerviosa y un poco asustada, porque no sabía qué esperar. Para mi sorpresa, mi profesora resultó ser un amor. No paró de decirnos que ella se iba a enfocar en crear un ambiente seguro en el que cada quién podía decir y hacer lo que quisiera y que no había respuestas equivocadas. Que si nos sentíamos inseguros con respecto a algo, ella estaba ahí para sostenernos. Nos dijo que las críticas se quedaban fuera del salón de clases, incluso nuestra autocrítica que muchas veces es la más dura. ¡Impresionante!

¿Por qué impresionante? Porque en la universidad en El Salvador muchos de los profesores se dedicaban a aterrorizar a los alumnos en el primer día de clases. A decirles que más les valía que llegaran a clases o no los examinaban, que si hacían algo distinto de lo que les decían, los expulsaban de la clase, que ellos eran súper difíciles y que eran poquísimos los alumnos que pasaban sus materias, etc. ¿Qué clase de motivación es esa? ¿A quién le van a dar ganas de ir a clases con profesores así? Recuerdo que muchos incluso comparaban a sus alumnos promedio con los más brillantes, haciéndolos sentir mal. Pensaban que tenían el derecho de humillar y ridiculizar a sus estudiantes por el hecho de ser profesores y tener el “poder”. Lo cierto es que abusaban de su autoridad.

Lo lamentable es que ese comportamiento se lleva después al trabajo. Los jefes someten a sus empleados, los critican hasta desmoralizarlos y bajarles su autoestima. Son incapaces de ver sus capacidades y aprovecharlas por estarse enfocando en sus debilidades.

Aquí yo estoy con la boca abierta. No fue sólo mi primera profesora la que tenía esa filosofía de ayudar a sus alumnos y de tratarlos bien, sino también los otros tres profesores. Me resulta imposible decir quién es el más dulce, amable, respetuoso y motivador de los cuatro. En las presentaciones cada alumno decía lo que quería mejorar o la razón por la que estaba tomando la clase y a nadie le hicieron críticas. A todos les dijeron que su problema no era tan grande cómo se lo habían hecho creer, a algunos como a mí nos decían que ni siquiera era cierto el defecto que tanto nos habían señalado.

Luego de escucharnos y esforzarse por conocernos más para saber cómo ayudarnos, inmediatamente nos comenzaron a dar técnicas de cómo lograr lo que andábamos buscando. Si no nos salía bien a la primera, no nos decían que estaba mal, sino que lo volvían a hacer ellos para que nosotros lo repitiéramos. No tenían prisa y se esperaban hasta que lo hacíamos bien y nos felicitaban. ¡Eso es motivador! ¡Eso da ganas de poner tu esfuerzo en hacerlo bien!

Decirle a una persona todas las razones por las que no sirve es fácil, pero ayudarle a descubrir su verdadero potencial y acompañarlo en su crecimiento, sólo lo hace un verdadero maestro. Además, aprender a descubrir que cada persona es diferente y que no se le puede exigir lo mismo a todos es fundamental. Saber valorar el crecimiento y las mejoras de cada individuo desde su punto singular de partida, ¡eso es saber enseñar!

Por otro lado, parte de los requisitos en el primer día de clases fue que los profesores nos dieron su información de contacto y nos animaron a que les llamemos o les escribamos si necesitamos hablar con ellos o si necesitamos ayuda en algún área. Nos hicieron saber que las puertas de su oficina están abiertas y que ellos están en la disposición de ayudarnos en nuestro desarrollo y progreso académico. No te dejan solo, sabes que tienes una guía.

Yo les puedo decir que en una semana de clases mis expectativas han sido más que superadas. Cada día que conocía a un nuevo profesor pensaba que era imposible que el siguiente fuera tan bueno, porque iba a ser demasiada buena suerte, pero lo cierto es que los cuatro son increíbles. No sólo son unos excelentes maestros, sino unos seres humanos excepcionales. Personas capaces de hacerte sentir apreciada, valorada y comprendida. Aquí la gente busca ver lo mejor de cada ser humano y alentarlo a creer en sí mismo.

¡Qué lección más grande de respeto, amabilidad y amor por las personas la que he recibido en esta semana! Aquí voy a aprender a ver lo positivo de la gente y a apreciarla por quién es. Sólo esa experiencia ya es un gran aprendizaje y hace que esta aventura valga la pena. Todos deberíamos de aprender a ser más empáticos y tratar a los otros como queremos ser tratados. Ser respetuoso y amable no es signo de debilidad y hace que la persona pierda su autoridad. El poder no nos da el respeto de las personas, sino el saber apreciarlos y tratarlos bien.

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