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Hasta Pronto, Viejita

Abui, nunca imaginé el dolor tan grande que iba a causarme su partida. Me quedo con el corazón destrozado. Los hubiera no existen, pero me quedo con tantos “hubiera”. 

Gracias por haberme querido a pesar de todos mis defectos, por siempre perdonarme y recibirme con los brazos abiertos. Usted me ha dado la lección más grande de vida sobre el perdón y el amor incondicional, porque eso hizo usted conmigo. 

Quisiera ver su cara de felicidad y asombro ahora que ya está en el cielo y se ha dado cuenta de que vivió con miedo por gusto, porque ahora está bien y ese cuerpo en el que habitaba su alma, no lo necesita ni lo va a necesitar nunca más, porque lo importante siempre fue, es y será su alma. 

Ahora usted es luz y brilla en el cielo como la estrella de María que siempre fue aquí en la tierra. Quiero quedarme con todas las cualidades que tenía y que ahora las veo todavía mejor: el ser desprendida de las cosas materiales, siempre dándole todo a los demás; su sencillez y no necesitar riquezas para ser feliz; su deseo de ayudar a todo el que lo necesitaba; su capacidad de perdonar. 

Ya pasaron 10 días de su partida y su ausencia se siente tremendamente en la casa. Me saltan las alarmas que tenía para pedirle los pampers, comprarle los tamales de elote que tanto le gustaban y que era lo único que aceptaba de desayuno, hacerle sus gestiones del banco, etc. Hoy he tenido que irlas quitando una por una… y me duele.

Mi Viejita, usted sabe que traté de cuidarla con todo mi ser del “coroburu” como le decía al COVID. Si de mí hubiera dependido, la hubiera tenido en una burbuja para que ningún virus le llegara. Muchos incluso se enojaron conmigo, porque no quería que saliera ni que se le acercaran sin mascarilla… pero lastimosamente nada de eso valió la pena, porque nos ganó la batalla el maldito coroburu” y no dio tiempo de nada. Te fuiste en un abrir y cerrar de ojos. Creo que eso es lo que hace tu partida aún más difícil.

El único consuelo que me queda es que ya estás descansando en paz, sin dolores, sin miedos, sin sufrimiento. Y sé que ahora seguirás alumbrando tu luz sobre todos nosotros.

La voy a extrañar. Nos faltó tiempo… Le mando un gran beso hasta el cielo.

Sonia Renée

PS: Esta foto refleja el mejor día de mi vida y usted fue una de las más grandes artífices para que eso sucediera. Recuerdo haber estado en la cocina cuando escuché a los mariachis y no podía parar de llorar y temblar de la emoción… y más al saber que era usted la que me los había llevado. Espero que el cielo te haya recibido con mariachis también. Sé que en un futuro volveremos a estar abrazadas como en esa foto. La quiero mucho, mi Tortu 😭💔

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