It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been
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Los últimos años han sido bastante difíciles para mí y he tenido que afrontar una gran cantidad de adversidades en diferentes áreas de mi vida. Sin embargo, mi capacidad de resiliencia me ha permitido hacerles frente y salir adelante. No obstante, cuando es la salud la que se ve comprometida, es un poco más complicado. Sobre todo, en esas épocas en las que viene enfermedad tras enfermedad, que es lo que me ocurrió en los meses pasados.

Esa situación hizo que estuviera menos activa en general y particularmente en el blog. Tenía que cuidarme. Es parte importante de la resiliencia, esa capacidad para sobreponernos a períodos de adversidad. Lo más reciente fue la fractura de mi pie que me tuvo incapacitada durante dos meses. No podía caminar, ni apoyar el pie. Para colmo, el primer médico me enyesó mal y eso generó otro problema, que no podía mover el tobillo. Había perdido la flexibilidad.

Luego de que el nuevo médico me diera el alta, el pie seguía sumamente inflamado, de una coloración más oscura, caliente y me dolía considerablemente. No me quedaba ningún zapato y cojeaba al andar. Después de cuatro meses de no ver la mejoría que esperaba, pensé que nunca iba a volver a caminar bien. Además, los comentarios de la gente no ayudaban. Me decían que con una fractura, al mes ya podías jugar fútbol, correr, ponerte tacones, etc. ¡Me angustiaba todavía más!

Cuando el doctor me vio nuevamente, resultó que todos los síntomas que tenía eran de un síndrome que da en raras ocasiones cuando hay una lesión o fractura. ¡Yo fui una de las afortunadas! Creía que el universo conspiraba en mi contra y me frustré muchísimo, porque me sentía impotente. Sin embargo, hice lo que debía hacer y seguí las indicaciones del médico. Mi determinación a recuperarme, me hizo enfocarme en esa meta y trabajar para alcanzarla. Desde ponerme hielo, cremas, tomarme las pastillas, hasta hacer ejercicio y aguantar el dolor.

Hoy, dos meses después de haber iniciado con este tratamiento, camino sin cojear, me duele menos el pie y se ha desinflamado al punto de que un par de semanas atrás fue la primera vez que pude usar un zapato que no fuera deportivo. ¡Ya me empiezan a quedar mis zapatillas de vestir! Y estoy segura de que muy pronto voy a volver a usar tacones.

En esos momentos en que todo se ve negro y pareciera que el universo conspira en nuestra contra, resulta más sencillo enfocarnos en lo negativo y lamentarnos, que intentar ver lo positivo de la situación. Incluso pensamos que es imposible que una “desgracia” tenga algo de positivo. Pero lo cierto es que todas las experiencias sirven para nuestro crecimiento si logramos descubrir cuál es la lección que nos quieren enseñar y aprendemos de ellas. Es importante que sepamos que existen maneras diferentes de afrontar la vida para poder replantearla y así adaptarnos a nuestra nueva realidad.

En mi caso, he aprendido que soy más fuerte de lo que pensaba. He aprendido que, aunque me caiga (literalmente) mil veces, siempre me levanto y hay personas a mi alrededor que están ahí para darme ánimo y para cuidarme cuando no puedo hacerlo.

Pienso que es importante que tomemos acción cuando las cosas no van bien, en lugar de lamentarnos. Yo lo hice durante algunos meses y no conseguí nada con eso. Estaba desmotivada y dejé de hacer hasta las cosas que antes me apasionaban. Ahora tomé la decisión de afrontar mi nueva realidad es que estoy volviendo a vivir. Entendí que, aunque no pueda usar tacones, puedo seguir subiendo looks y haciendo sesiones de fotos y asistiendo a eventos. Además, estoy aprendiendo a ponerle menos atención al dolor físico, que todavía está ahí.

Vivimos en una sociedad y en un mundo en que la apariencia exterior de las personas está sobrevalorada. Y aunque parezca un cliché, hay cosas más importantes en la vida que cómo nos vemos por fuera. En El Principito se encuentra una frase muy sabia: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Busquemos cultivar nuestro interior y trabajar en nuestro crecimiento personal para ser mejores personas cada vez. ¡Eso es lo que realmente tiene valor! Dios no nos va a preguntar si usamos tacones, qué talla somos, si cojeamos o no. Dios nos va a preguntar a cuántas personas ayudamos y cuál fue nuestro aporte en el mundo. Ojo que a Él no le interesa el tamaño de nuestra contribución, sino que demos lo mejor de nosotros mismos, así sea un granito de arena.

Recuerden que el dolor es inevitable; la forma en la que lo enfrentamos es opcional. Las adversidades nos transforman. Como dice la canción: “What doesn’t kill you, makes you stronger” (Lo que no te mata, te hace más fuerte). Depende de cada uno de nosotros resurgir de las cenizas como el Ave Fénix. Qué mejor momento para mí que hacerlo en este mes que es el aniversario del proyecto que me ha dado fuerzas, cuando me han faltado.

Gracias a todos los que me apoyan y siguen a mi lado.

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