Si nos detenemos a analizar la cantidad de tiempo que les dedicamos a las personas más cercanas a nosotros, nos vamos a dar cuenta de que es poco. Lo más triste es que muchos intentan llenar ese vacío con cosas materiales y no se percatan del error en el que están.
Los ejemplos abundan. Tenemos a esos papás que por pasar tan ocupados trabajando, según ellos, para “darle lo mejor” a sus hijos, no les dedican tiempo. Se la viven en viajes de negocios o se quedan en sus oficinas hasta altas horas de la noche y no ven a sus hijos. Llegan al punto de que son la empleada doméstica y el motorista los que se encargan de los niños, los que los despiertan por las mañanas para ir al colegio, los que los llevan y los traen a donde ellos quieren, etc. Me impactó ver un día en la playa que eran ellos los que llevaban a los niños a bañarse al mar. Ni por ser vacaciones estaban los papás con ellos.
En ocasiones, los papás ni siquiera se enteran de qué hacen sus hijos, quiénes son sus amigos, cómo van en el colegio o si tienen algún problema, hasta que ya es demasiado tarde. En el instante que logran parar casi a la fuerza para ver que sus hijos están mal, todavía se preguntan a qué hora pasó eso y cómo no se dieron cuenta. Los niños necesitan atención y tiempo. No sólo que los papás estén ahí, porque también se dan los casos de papás que están presentes físicamente, pero están respondiendo correos o llamadas y no les están prestando atención a sus hijos. Piensan que comprarles todo lo que quieren es suficiente. La realidad es que en lugar de darles cosas materiales, deberían de dedicarles tiempo y de calidad. Eso se los van a agradecer toda la vida.
Por otro lado, están las parejas que con el tiempo se van distanciando, ya sea porque cada uno pasa sumergido en su trabajo, que es una de las excusas más típicas, o porque están cansados cuando llegan a casa y sólo quieren dormir, porque el hombre se va a hacer actividades con sus amigos o la mujer pasa más pendiente de los hijos y se olvida de su pareja, etc. Pretextos abundan y cada vez creamos nuevos. Ese no es el problema. Pero después no se sorprendan de que se muera el amor, porque eso de que el amor es como una planta y hay que regarla cada día para que crezca y no se marchite es súper cierto. Es necesario dedicarle tiempo a la otra persona. Sino, el abismo se va haciendo cada vez más grande, hasta que cada uno sigue su camino y el otro no se da cuenta de los pequeños cambios que se van dando en la otra persona y llega el momento en el que ya no se reconocen el uno al otro.
Lo mismo pasa con las relaciones entre amigos. Es necesario ESTAR para la otra persona. No podemos decir que alguien es nuestro amigo si no lo vemos, si no sabemos qué hace ni cómo está. El tiempo es limitado y por esa razón es que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos, porque no podemos dedicarle tiempo a todo el mundo. Debemos saber escoger en quiénes lo queremos invertir. Bien dice el dicho que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran. El tiempo que no le dediquemos a nuestros seres queridos no lo vamos a recuperar. El tiempo no se puede volver atrás.
Como pueden ver, el tiempo es lo más valioso que tenemos y por eso es el regalo más grande que podemos darle a otra persona. El tiempo no se puede comprar y cada segundo que invertimos en alguien es un regalo que le damos. Por eso cuando realmente te interesa establecer una relación con una persona, haces el tiempo para compartir con ella y conocerla… ¡y lo disfrutas! Eso es algo que me ha enseñado recientemente un angelito que Dios me mandó y no para de dejarme con la boca abierta.
Esas personas especiales e importantes para nosotros hacen que no existan excusas para no verse. Al contrario, inventas cualquier pretexto para hacerlo. Por más que ambas tengan agendas ocupadas, hacen el tiempo para compartir, porque les hace bien estar juntas, verse, contarse qué es lo que ha pasado en sus vidas. Cuando aparece alguien así, no sientes que es una carga dedicarle tiempo, no te da pereza que te escriba o que te llame. ¡Disfrutas cada segundo que tienes con ella!
Insisto… es bien difícil llegar a conocer a alguien si no le dedicas tiempo, porque las relaciones son progresivas y no surgen de la noche a la mañana. Es a medida que vas compartiendo con cada persona que aprendes más de ella. Poco a poco vas quitando capa tras capa y vas descubriendo sus gustos, sus cualidades y también sus defectos. Y es la combinación de todo eso lo que la hace quién es.
Son todas las cosas que viven juntas dos personas las que van dándole forma a la relación y es así como evoluciona. Las relaciones no son estáticas y las vidas de las personas cambian constantemente. Entonces, si no te tomas el tiempo para ir compartiendo la vida de la persona, después te preguntarás a dónde se fue tu hijo, tu pareja, tu amigo. Pero la realidad es que no se fue, simplemente cambió y tú no estuviste presente para ver ese cambio.
Cuando le dedicas tiempo a una persona a pesar de lo ocupada que estás, le estás demostrando que te importa, que te interesa, que es especial para ti, que la quieres. Porque una cosa es decir todo esto y otra realmente demostrarlo. Esto último es lo que cuenta.
Dedíquenles tiempo a las personas que aman y que les importan. En lugar de querer compensar con cosas materiales, den el mejor regalo que tienen: ¡SU TIEMPO!