It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been

Volver a empezar a salir y conocer hombres después de más de 7 años de no hacerlo (desde 2005), no es nada fácil. En primer lugar, porque pareciera que las reglas del juego han cambiado muchísimo. En segundo lugar, porque cuesta adaptarse a ese cambio.

Hace unos años, al tener “citas” y “pretendientes”, se tenía la suerte de conocer hombres caballerosos y atentos, que realmente demostraban su interés en una mujer. Hombres que enviaban tarjetas de amor, dedicaban canciones en la radio, mandaban flores, regalaban chocolates y peluches, e incluso llevaban serenata. ¡Ciertamente una mujer se podía considerar afortunada!

Sin embargo, no nos quedemos únicamente en la parte de los “regalos”, porque también los detalles y la forma en que un hombre puede tratar a una mujer juegan un papel súper importante. Muchos pensarán que soy anticuada, pero el cortejo es parte esencial cuando se quiere conquistar a una mujer. Debe haber romanticismo y caballerosidad de parte de los hombres.

Actualmente pareciera que se extinguieron los caballeros y ha dado paso a la evolución del hombre moderno, que a mí juicio, no fue un avance en el sistema evolutivo, sino un retroceso. Este hombre moderno ya ni siquiera cumple las reglas básicas de ética como pedir permiso, mucho menos usan las palabras “por favor” y “gracias”. Pareciera que creen que ser caballeroso es ser “anticuado”, “pasado de moda”, y no se dan cuenta de que ser malcriado y descortés no los hace más hombres. Ahora ya no nos dicen palabras dulces, sino que sólo vulgaridades que según ellos nos van a hacer sentir halagadas, cuando en realidad nos ofenden.

Si vemos hacia atrás, antes habían hombres que cedían el paso a una dama y no caminaban delante de ella como lo hacen ahora la gran mayoría; hombres que abrían la puerta del carro y no como los actuales que se suben y con suerte le abren la puerta por adentro; hombres que movían la silla para que su acompañante se sentara; hombres que pagaban la cuenta y no como muchos hoy en día que no sólo no pagan lo de su “invitada”, sino que tampoco lo de ellos y es a la mujer a la que le toca pagar por una pésima cita.

¿A dónde se fueron esos hombres que caminaban al lado de la acera en la calle para proteger a la mujer? Desaparecieron los caballeros que le cedían el asiento a las mujeres en lugares públicos. Es tan mala la educación que tienen que no se levantan de la silla a saludar a una mujer cuando ésta entra, sino que esperan a que ella se agache a saludarlos a ellos. ¡Ojo que esto no tiene que ver con la edad! Muchos piensan que por ser mayores, la mujer más joven debe agacharse. ¡Qué equivocados están! Y el colmo y que se ve tanto últimamente son los “hombres” que no sólo no le ayudan a cargar las maletas o las bolsas del súper a la mujer, sino que todavía le dan más carga para que ella la lleve o que haga más viajes para traerlo todo.

¿Por qué los hombres ahora tratan a las mujeres como su igual y no logran ver la delicadeza que se encuentra en ella? Mi opinión es que esto es muy en parte culpa del movimiento feminista. Creo que somos nosotras las que tenemos la culpa de que se hayan extinguido los caballeros como parte del paquete de la “liberación femenina”. A eso hay que añadirle el ritmo acelerado al que vivimos, lo que hace que siempre andemos corriendo y no esperemos a que nos abran la puerta del carro, por ejemplo. O todas esas mujeres que piensan que es demostrar un signo de debilidad si se acepta una atención de un hombre. ¡Mujeres, despierten! Es parte de nuestra naturaleza ser delicadas. Es motivo de alegría que un hombre se sienta con el deseo de atendernos y demostrarnos su afecto y amabilidad.

El gran apogeo de las tecnologías y los famosos teléfonos inteligentes tampoco ayudan. Nos invitan a salir y lo que menos hace el hombre es ponernos atención por estar jugando con el “smartphone”. A veces pareciera que el celular es lo único inteligente. Y en esto se incluyen a las mujeres que no sueltan el teléfono. Aunado a esto, ya no nos llaman por teléfono, ni siquiera nos piden nuestro número, sino que consiguen nuestro PIN de BB o número de teléfono para agregarnos a WhatsApp. En el peor de los casos, como si fueran acosadores, te buscan en facebook o twitter y te ponen un post y nunca más vuelves a saber de ellos. Si te agregan a alguna red social, mínimo deberían de ponerse en contacto. Esto debería ser únicamente el primer acercamiento para luego salir y conocerse. ¿A dónde se quedaron las relaciones interpersonales? ¿Será que ahora todas van a ser cibernéticas?

Un caballero se distingue desde su apariencia física, y no me refiero a que sea guapo o se vista con ropa de marca, hablo de aquellos hombres como mi abuelito, siempre intachables. Ver a mi abuelito me hace imaginar cómo debió haber sido décadas atrás, un hombre impecable, siempre bien peinado, bien vestido, elegante, bien perfumado. Un hombre que no ha perdido eso a pesar de los años y de la edad avanzada. Un hombre de casi 90 años que es todo un “gentleman”.

En la actulidad los hombres ya no se arreglan, andan desaliñados, con la camisa de fuera, zapatos sucios, gorra, sin rasurar, despeinados. Lo más triste es que piensan que eso es ser “cool”. Qué lástima la generación que nos ha tocado vivir y cómo será la que viene en camino.

Un caballero debería comportarse igual con cualquier dama. Lastimosamente en nuestros tiempos, a lo más que podemos aspirar es a hombres que con suerte sean “caballerosos” con su pareja, pero no con el resto de las personas.

Con esto no quiero concluir que no exista ni un sólo caballero, sino más bien que son una especie en peligro de extinción. Sé que todavía quedan algunos por ahí, porque he recibido flores últimamente, me han invitado a salir y me han abierto y cerrado la puerta del carro, me han regalado osos de peluche, me han enviado tarjetas súper lindas, etc. Así que creo que todavía hay esperanza y que así como me he topado con la antítesis del caballero, he conocido hombres que hacen honor a la palabra “gentleman”.

Así que, por muy “modernas” que seamos las mujeres hoy en día, muchas aún soñamos con un caballero, un hombre con buenos modales, educado, que busque cuidarnos, protegernos y darnos seguridad. Al menos yo sí lo busco. Tal vez esa es una razón por la que me encantan los hombres mayores. Son los pocos que aún conservan algún vestigio de caballerosidad.

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