Hoy se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Algunos se preguntarán por qué este día es relevante para mí y por qué he decidido hacer una publicación en este día.
Desde que empecé mi blog, he compartido con ustedes partes muy privadas de mi vida, mis luchas y mis experiencias en psicoterapia. Pero lo que nunca me había atrevido a compartirles es lo más privado de mi vida.
Durante más de 22 años luché con intentos de suicidio y autolesiones. Esa era la razón principal de saltar de un psicoterapeuta a otro: psicólogos y psiquiatras. Pero en mi caso, este tipo de ayuda no funcionó.
Mi primer intento de suicidio fue a los 17 años. Yo era la niña perfecta: sacaba buenas notas, no tomaba, no fumaba, no salía de fiesta, no tenía novios, etc. Y llegó un momento en el que sentí que todo eso no era valorado y que entonces iba a empezar a hacer todo lo contrario. En una fracción de segundo me di cuenta de que hacer todo lo contrario era arruinar mi vida. Entonces llegué a la conclusión de que era mejor morirme. Ese fue el tren de pensamiento de una adolescente de 17 años y fue el inicio de un infierno que no le deseo a nadie.
Los intentos de suicidio siguieron. A veces con años de separación, otras veces muy seguidos. Pero cada vez se fueron haciendo más intensos y letales.
Probablemente se preguntarán el porqué de los intentos de suicidio. Sé que muchas personas creen que lo tengo “todo”, pero ese “todo” realmente era nada para mí. Me faltaba lo más importante… yo consideraba que no tenía amor. Me sentía completamente sola y sin un sentido de pertenencia. Me sentía aislada socialmente. Mis relaciones con mi familia eran pésimas.
Mi vida no ha sido color de rosa. Y el que me dijeran que lo tenía “todo”, que cómo no era feliz, sólo me hacía más daño y me hacía sentir más incomprendida y sola. Había momentos en los que el dolor emocional era tan grande, que tenía que hacerme daño para no sentir, para que el dolor físico fuera más fuerte.
A mis 7 años perdí a la persona más importante de mi vida. Lo mataron y no tuve oportunidad de decir adiós. Ese hecho marcó mi vida de una forma que los adultos a mi alrededor no lograron ver. El dolor tan grande que sentía por la muerte de mi tío me hacía experimentar un sentimiento de abandono horrible. Sentía que no había nadie en el mundo que me quisiera como él, y tenía fijo en mi mente que, si él estuviera vivo, mi vida sería completamente diferente y yo sería feliz.
Aparte de eso, pasé por situaciones de abuso, un trastorno de alimentación, una profunda depresión, un divorcio que para mí fue el peor fracaso de mi vida, y una serie de situaciones que fueron realmente un desafío.
¿Se preguntarán cómo sigo aquí luego de 22 años intentado suicidarme? ¡Ni los médicos se explican cómo sigo aquí! Por alguna razón, mis papás me encontraban y me llevaban inconsciente al hospital. Llegaba a punto de entrar en un paro cardiorrespiratorio, y el doctor decía que 5 minutos más tarde y no me habrían logrado salvar. La última vez sobreviví a una cantidad inimaginable de sedantes. El médico simplemente no podía creer que estuviera viva después de eso. Yo no estaba jugando, pero no lo lograba. Mi cuerpo es súper resistente, yo soy súper fuerte… y honestamente, no tengo otra forma de explicarlo que como un milagro. Estoy convencida de que es Dios el que me tiene aquí, porque tiene un propósito para mi vida.
Luego de ese intento de suicidio apareció Johnny, mi Coach, proponiéndome hacer sesiones de Coaching. Yo ni siquiera sabía exactamente de qué se trataba, y luego de luchar por más de 22 años sin éxito, estaba más que escéptica. Sin embargo, mi Papi me dijo que no tenía nada que perder y decidí intentarlo.
Recuerdo al salir de la crisis, haber hablado con Johnny y acordar que me comprometía a dar mi 100% en el proceso y él iba a dar su 100% también. Hubo algo dentro de mí que se movió y podía sentir una voz interior que me gritaba: “¡QUIERO VIVIR!” Esa parte de mí que luchaba con todas sus fuerzas por sobrevivir estaba saliendo a la luz con una determinación enorme y un deseo de vivir que no podía ser ignorado.
Empezaron a suceder cosas mágicas. Me vi a mí misma intentando suicidarme y ante esa visualización, me comenzaron a rodar lágrimas por las mejillas. Me tuve abrazada por un largo tiempo. Me dolió verme haciendo eso. Era un dolor horrible en el corazón. No quería volver a pasar por lo mismo. Por primera vez me sentía arrepentida de lo que pasó y NO ME QUERÍA MORIR. Al fin lo pude procesar: “QUIERO VIVIR, sólo tengo que encontrar el sentido de mi vida”.
Por primera vez en mi vida, sentía en lo más profundo de mi ser que yo quería vivir, que yo quería estar aquí. Lo único era que no quería seguirlo haciendo como hasta entonces. No quería seguir sufriendo.
Comenzamos sesiones 3 veces a la semana con Johnny, y los resultados se iban dando de una forma increíble. ¡Las sesiones estaban funcionando!
De repente, un día me vi en el espejo y vi que yo sonreía. YO, SONIA VALDES, ¡SONREÍA! No lo podía creer. Johnny me comenzó a decir que ahora sí me veía sonreír y hasta reírme, que mis facciones habían cambiado, que me veía feliz. Mi Coach me había ayudado a encontrar la felicidad. Algo que no tenía ni idea de que era posible alcanzar. Ya no veía en el espejo esa cara que miraba con odio. Ese ceño fruncido. Esa piel casi gris. ¡Veía a una mujer feliz y llena de vida!
A partir de ese momento, mi vida cambió por completo. Sabía que no podía continuar haciendo lo mismo si quería resultados diferentes. Como decía Einstein, ese es precisamente el significado de locura. Así que inicié mi propia rutina diaria de desarrollo personal, que se convirtió en mi nuevo estilo de vida. Comencé a meditar, hacer yoga, dar gracias, hacer grounding, repetir las afirmaciones de ho’oponopono, escribir mis pensamientos, hacer pausas durante el día para ver cómo estaba mi diálogo interno… vivía para sanar.
Como les comentaba en otro post, para mí el haber desarrollado esta rutina es el regalo más grande que me he podido hacer. Prioricé mi bienestar y eso me llevó a sentirme plena y feliz. Los beneficios que he tenido desde que empecé a hacer mi rutina son increíbles, casi mágicos.
Me quité el cóctel de pastillas que me tomaba desde hacía 8 años para poder dormir. Ya no quería seguir sólo tapando el dolor con medicinas. Necesitaba estar lúcida y consciente para poder trabajar en las sesiones con Johnny. Pasé 2 semanas espantosas sufriendo el síndrome de abstinencia y sin poder dormir ni un segundo. Pero valió la pena, porque luego de esos 15 días, yo empecé a dormir por mi cuenta.
Yo estaba súper diferente. Ya no insultaba y tampoco decía malas palabras. Al cambiar mi diálogo interno, mi diálogo externo también cambió. Yo estaba súper tranquila y en paz.
Cuando yo ya estaba mejor, le pregunté a mi Mami cómo habían vivido ella y mi Papi ese último intento de suicidio. No podía parar de llorar. Me sentía tan arrepentida. ¿Cómo había podido causarles un dolor tan grande? ¡Y encima tratarlos súper mal y reclamarles por salvarme una vez más! Me tiré a abrazarla y pedirle con todo mi corazón que me perdonara por todo lo que los hice pasar y sufrir. Era la primera vez en mi vida que pedía perdón por haberme tratado de suicidar. Eso nunca había sucedido antes. Luego fui donde mi Papi e hice lo mismo.
Mi objetivo era ser coherente y consistente. Mi cambio debía ser definitivo para que mis papás confiaran en mí. Poco a poco y con el tiempo, nuestra relación empezó a transformarse y fuimos reconstruyendo esa conexión que había estado rota durante años.
Un día me di cuenta de que ya no pensaba en suicidarme, ni en que me diera cáncer ni pasaba rogándole a Dios que me muriera de una forma u otra. En 2 meses de trabajo duro, mis pensamientos de suicidio diarios… sí, ¡DIARIOS! …pararon. Más de 22 años pensando todos los días en matarme, y en 2 meses se esfumaron. ¡ELIMINÉ LOS PENSAMIENTOS DE SUICIDIO! Era una locura lo que estaba viviendo. No parecía real.
Gracias al trabajo que hicimos con Johnny, logré conectar profundamente con mi niña interior y establecer un diálogo continuo. ¡Eso fue mágico! Me descubrí a mí misma aplicándome las técnicas de PNL que había aprendido, autorregulándome emocionalmente de una forma que nunca creí posible. ¡Estaba alcanzando un nivel de desarrollo personal fuera de serie!
Una de las cosas más maravillosas del Coaching es que el Coach sabe que todos los recursos están en el cliente. Yo siempre digo que Johnny me salvó la vida, pero en realidad, él me ayudó a salvarme a mí misma. Si yo no hubiera hecho mi parte, él no hubiera logrado nada. Johnny confió en mí desde el minuto uno, vio mi potencial y me animó a luchar con garras y dientes.
Gracias a nuestro trabajo en sesiones, descubrí mi propósito de vida. Sin un propósito, no podemos ser felices. ¡Tenemos que tener un “para qué”! Esa razón de levantarnos cada día. Mi propósito es ayudar a otras niñas y mujeres que están pasando por lo mismo que yo viví, para prevenir que sufran como yo lo hice.
Quiero ser esa luz en sus momentos más oscuros. Quiero guiarlas a descubrir los recursos que llevan dentro de sí mismas. Quiero ayudarles a amarse y valorarse. Quiero ayudarles a encontrar su propósito de vida y a que esos pensamientos de suicidio paren. Quiero ayudarles a VIVIR con mayúsculas, a vivir una vida plena y feliz.
Deseo que cada niña y mujer que esté pasando por un sufrimiento tan grande que la haga sentir que no tiene salida, sepa que sí la hay. ¡Yo la encontré y quiero compartir con ustedes cómo hacerlo! Si se sienten solas, quiero que sepan que no lo están. Estoy aquí para acompañarlas. Si temen ser juzgadas, quiero que comprendan que yo entiendo profundamente el dolor tan grande que están atravesando.
Lo único que les pido es que se den una oportunidad. Con Coaching, Programación Neurolingüística (PNL) e Inteligencia Emocional, se puede salir adelante.
Les compartiré las técnicas que aprendí para gestionar mis emociones y monitorear mi diálogo interno. Les mostraré cómo utilizar las diferentes herramientas que me sacaron del hoyo en el que estaba.
Quiero que sepan que si yo pude salir, ¡ustedes también pueden! ¡No están solas! Hay esperanza. Hay una luz al final del túnel. Para mí será un honor acompañarlas en su camino hacia la luz.
No puedo terminar este post sin agradecer a las personas que han estado ahí para mí. Gracias, Papi y Mami, por nunca dejarme y siempre hacer todo lo posible para salvarme. Gracias, Doc (mi médico de cabecera), por salvarme incontables veces. Si no hubiera sido por usted, es bastante probable que no me hubieran podido salvar. Gracias, Johnny, por mostrarme el camino hacia mi mejor versión y ayudarme a encontrar mi propósito de vida. Gracias a ustedes, existe esta Sonia que ahora puede contar su historia de superación y esperanza.
Si te identificas con mi historia y sientes que necesitas apoyo, estoy aquí para acompañarte en tu proceso de transformación a través de sesiones de Coaching personalizadas. Juntas, exploraremos las herramientas de PNL e Inteligencia Emocional para superar esos momentos oscuros y encontrar nuevamente la luz en tu vida.
Te invito a agendar una sesión de Coaching 1 a 1 conmigo, donde podrás experimentar de primera mano cómo estas técnicas pueden ayudarte a gestionar tus emociones y descubrir tu propósito. Puedes hacerlo directamente a través de este link.
Además, estoy construyendo una comunidad de apoyo para mujeres que, como tú, están buscando una salida y un espacio seguro para compartir sus experiencias y crecer juntas. Si deseas formar parte de esta comunidad y seguir avanzando en tu camino, estaré encantada de darte la bienvenida.
Para más detalles sobre cómo funcionan las sesiones de Coaching, te invito a leer más en el siguiente link sobre Sesiones 1 a 1.
¡No estás sola! Estoy aquí para ayudarte a transformar tu vida.