It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been
3-el-duelo-en-los-ninos

Va a ser un poco extraño el siguiente juego de palabras, pero he tenido la suerte de sólo perder a un ser querido. Lo triste es que perdí a la persona que yo más quería y que pensaba que más me quería, mi tío y persona favorita. Eso fue hace casi 20 años. Yo tenía 7 años. Era una niña.

A él le podía llamar a cualquier hora. No importaba si estaba en una reunión, él me atendía. Yo aprobaba a sus novias. Me consentía como nadie más lo hacía. Salíamos los fines de semana a comer sorbete, a las ruedas, al cine, etc.

Llegó un domingo en que él me había dicho que iba a pasar por mí para salir, pero no le avisó a mis papás y a mí se me olvidó. En la noche me llamó y me dijo que había llegado a buscarme y yo no estaba. Le dije que se me había olvidado y él me dijo que no me preocupara y que salíamos el siguiente fin de semana. Pero ese fin de semana no llegó. A él lo mataron el jueves.

Al siguiente día en la mañana llegó mi Papi a mi cuarto y me dijo que un angelito se había llevado a mi tío. Yo no logré entender realmente lo que había pasado. En la mañana fui al colegio normal. Intentaba llorar, pero no podía. En la tarde me llevaron a la funeraria y recuerdo que 2 personas me dieron los abrazos más apretados que he recibido en toda mi vida.

Pedí que me llevaran a verlo. No alcanzaba el ataúd y me pusieron unas graditas para que pudiera subir por mi cuenta. Pasé todo el tiempo que estuve ahí apoyada en el vidrio del ataúd viéndolo. Parecía que estaba dormido y que pronto iba a despertar. Pero yo sabía que eso no iba a pasar.

Pasaron los años y yo pensaba en él todos los días. ¡Lo sigo haciendo! Deseaba tanto que Dios no se lo hubiera llevado. Siempre había un “hubiera” en mí. Para mí todo “hubiera” sido diferente sí él estuviera aún conmigo. Siendo una niña no pude hacer el duelo como debía. Y a medida que fui creciendo, me fui haciendo una idea equivocada de las cosas, porque no fui capaz de expresar cómo me sentía.

Hasta hace unos meses, después de un tiempo de estar en terapia con Tirza, pude ver cómo eran las cosas realmente. Entendí que yo no podía saber si mi vida “hubiera” sido diferente si él continuara a mi lado. Ni siquiera podía asegurar que él iba a continuar a mi lado. Comprendí que era egoísta de mi parte desear que él estuviera aquí, cuando hoy está con Dios. Yo había pasado 20 años construyendo castillos en el aire, porque no tenía una base sólida para todas las fantasías que creaba. Para mí fue muy fácil idealizarlo, que es una de las reacciones que pueden tener los niños con la muerte de un ser amado.

Gracias a mi terapia me di cuenta de que no debía seguir recriminándome a mí misma el que se me hubiera olvidado salir con él el último fin de semana que iba a tener para verlo, ya que en realidad no fue mi culpa, porque yo era una niña y no podía haber sabido lo que iba a suceder. Me quedo tranquila de saber que mientras estuvo conmigo lo quise muchísimo y se lo demostré, ya que cada momento que tuvimos juntos lo disfrutamos al máximo.

¿Me he olvidado de él? ¡Para nada! Lo sigo recordando todos los días y hablo con él siempre que puedo. Pero ahora no me dedico a extrañarlo, sino que me dedico a vivir. Ahora sé que tengo a mi propio Angelito que me cuida desde el cielo y que la mejor forma de honrar su memoria y demostrarle cuánto lo quería es siendo feliz, que es como a él le habría gustado verme.

Cuando un niño ha perdido a un ser querido que es fundamental en su vida, como uno de los padres, es importante buscar la ayuda de un profesional que le ayude al niño a expresar su dolor, vivir el duelo y superarlo. Un niño no expresa su sufrimiento por la pérdida de la misma forma que un adulto, demostrando tristeza o abatimiento, sino que como en mi caso, muchas veces no puede llorar.

Es importante también que el niño sea apoyado en el duelo, porque después de los 6 años ya entiende que la muerte es para siempre y en ese momento él va a tener la necesidad de encontrar a un sustituto del ser querido que ha perdido. Normalmente transfieren esa necesidad a los adultos que están a su alrededor. Por eso es que hasta ahora entiendo por qué me encariñaba tanto con mis profesoras de colegio o con cualquier adulto que me ponía un poco de atención. Estaba desesperada por encontrar a alguien que llenara el lugar de mi tío. Pero él no iba a volver, no va a volver…

“La importancia de manejar la reacción de duelo en los niños se avala por pruebas de que los trastornos depresivos y los intentos de suicidio son más frecuentes entre los adultos que vivieron durante su infancia la pérdida de uno de sus padres”. S.D. Flórez, Psiquiatra de la Universidad de Antioquía, Medellín, Colombia.

Después de 20 años viviendo el duelo de mi tío, puedo decir lo difícil que es perder a un ser querido siendo una niña y lo importante que es recibir la ayuda adecuada. Si has pasado una situación similar y te identificas con alguna de las reacciones que menciono aquí o conoces a un niño que se encuentre en estas circunstancias, sería conveniente que hablaras con alguien para evaluar si es resultado de la pérdida. Yo no lo sabía, pero ahora que estoy trabajando el duelo en terapia, estoy empezando a vivir mi vida, en lugar de imaginar cómo “hubiera” sido si él siguiera aquí.

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