It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been
2-actitud-somos-un-espejo

Para esta entrada del blog había pensado en otro tema. Pero hablé con mi Mami y le dije que pensaba que era una mejor opción hablar sobre la actitud y cómo el cambio que he tenido me ha demostrado que la vida es un espejo. Me dijo que tenía razón. Dios me lo confirmó con un correo que recibí al siguiente día con esta frase:

“La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente se enoja, si yo estoy enojado; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido. La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí”, Mahatma Gandhi.

No se pueden imaginar lo cierto que es esto. ¡Yo lo he comprobado!

Generalmente las personas tendemos a pensar que somos víctimas. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido víctimas de los demás o de nuestras circunstancias. Esto no es así. Nosotros decidimos cómo enfrentamos la vida. Es nuestra actitud ante las personas y ante cada acontecimiento que ocurre, lo que determina cómo nos sentimos. Y para esto debemos programarnos mentalmente y pensar que vamos a tener un buen día, que nos va a ir bien con las personas que tratemos. Debemos decidir ser felices cada día.

Yo soy una persona con carácter fuerte y me ha costado muchísimo aprender a controlarlo. Pero con práctica he avanzado enormemente. Hasta hace unos meses me sentía víctima todo el tiempo y eso lo reflejaba a las demás personas. Pasaba tan triste que mis ojos ya no brillan. Me sentía tan mal que no podía respirar hondo. Es increíble cómo la tristeza, el enojo y todos los sentimientos negativos que uno acumula, no le permiten respirar hondo. Ya no abrazaba con fuerza después de que era una niña súper cariñosa. Y eso me lo hacían ver mis amigas cuando me venían a visitar. Mi sonrisa tampoco era plena. Intentaba fingir sonrisas que no me nacían y la gente notaba que eran forzadas. Pero lo peor era que todo me parecía vacío, todo me dejaba tristeza, todo me cansaba… y por más incomprensible que parezca, sentía que me faltaba todo y me sobraba todo.

Durante esa época, el ambiente en mi casa era tenso. La gente a mi alrededor se sentía triste de verme tan mal. Mis papás se frustraban de no saber qué hacer para que yo me alegrara. Yo sentía que todo el mundo me odiaba y que nadie me comprendía. Pensaba que todas las personas me paraban caras, que todos me juzgaban, que todos estaban enojados conmigo y que nadie me quería. Entonces opté por encerrarme. Ya no iba a salir a un mundo que me lastimaba. Me iba a quedar solita en mi cuarto, donde nadie pudiera herirme y donde nadie tuviera que verme sufrir. Quería “disfrutar” mi miseria y ser infeliz sin molestar a nadie. ¡Qué mal estaba para haber sacado esa conclusión!

Hoy veo que un cambio de actitud puede hacer una diferencia abismal en la vida de una persona. Una vez que estás en lo más profundo de un pozo, no te queda más que subir, porque no puedes caer más bajo. Así que decidí intentar algo nuevo, algo diferente. Decidí hacerles caso a todas las personas que me quieren y que estaban apoyándome y cambiar mi actitud ante la vida. ¿Fue fácil? ¡Claro que no! Me costó y mucho. Pero ahora veo los resultados.

Al programarme con un chip positivo desde que me levanto, mis días son increíbles. Pensar que me encanta mi trabajo, me ha generado una respuesta buenísima de mis clientes. La mayoría de los que tratan conmigo quedan felices con la atención que les doy. Las empleadas domésticas me saludan contentas desde que me ven en la mañana. Al salir de mi casa me saludan todos los vigilantes con una gran sonrisa y hasta moviendo la mano. Si voy a un lugar, me atienden increíble.

Como ejemplo, fui a comprar una plancha para el pelo y terminé con peinado de salón. La niña que me atendió estaba tan feliz conmigo que se puso a hacerme ondas en todo el pelo. Por supuesto que le compré la plancha. Otras veces paso a comprar un café y desde que llego al lugar, los mismos clientes me abren la puerta si están cerca. Entro y como ando tan feliz, eso  lo irradio y la gente me ve y me saluda. ¡Es increíble la diferencia! Ahora me siento tan bien al salir. Lo disfruto. Y me encanta tratar con las personas, porque ya no siento que me odian, siento que me quieren.

Como me dijo mi terapeuta, ahora me he dado cuenta de que no necesito que nadie esté conmigo por lástima. No necesito que estén preocupados por mí. No necesito estar mal para que la gente me ponga atención. Hoy sé que mis papás son más felices de compartir el tiempo conmigo cuando estoy bien y les estoy contando mis logros. Que a mis amigas les gusta venir a verme sólo para conversar y reírnos, sin necesidad de que yo esté en problemas.

Ahora cuando comparto con las demás personas no hablo de mis problemas, sino que hago todo lo posible por escuchar los de ellas. ¡Se los recomiendo! Yo no le creía a mi Papi que al interesarme por los demás, me iba a olvidar de mis problemas y me iba a sentir mejor… pero es cierto. De verdad me hace feliz poder ayudar a las personas.

¿Cambió todo el mundo a mí alrededor? ¡No! ¡Cambié YO! Realmente la vida es un espejo. Yo quería que me sonriera, así que decidí sonreírle. Quería que me quisieran y decidí querer.

Me encantaría que todos ustedes intentaran hacer el ejercicio y vieran los resultados tan maravillosos que pueden tener y luego me contaran cómo les ha ido. Se van a sorprender de lo que una sonrisa SINCERA puede lograr. Debemos ser luz y llenar de alegría a nuestro entorno.

Suscríbete a mi newsletter