It's never too late to be what you might have been!
It's never too late to be what you might have been
El Peligro de Idealizar by Soniux Valdés

Se pueden hacer juicios negativos, pero también positivos. En ese sentido, la primera impresión que tenemos acerca de alguien puede ser crítica, porque tendemos a irnos de un extremo a otro a la hora de establecer nuestras valoraciones acerca de los demás. Una mala primera impresión puede llevarnos a hacernos una pésima imagen de una persona y no querer volver a verla; mientras que una primera impresión positiva puede derivar en que la persona nos deje fascinados, nos deslumbre y terminemos idealizándola. Todo por hacer apreciaciones a la ligera.

Pensar que una persona está llena sólo de defectos es incorrecto, así como creer que existe un ser humano que sea perfecto. Cuando idealizamos a alguien, ponemos a esa persona en un pedestal y la dotamos de todas las cualidades positivas que podamos imaginar. Realmente nos convencemos de que es lo mejor que existe en el mundo y que todo lo que dice y hace es perfecto.

En el momento de idealizar a la persona corremos el riesgo de obsesionarnos con ella. De querer verla y hablar con ella todo el tiempo y al final terminarla alejando, porque se siente asfixiada. Nos volvemos dependientes, porque necesitamos de esa persona para estar bien. Si es buena con nosotros, somos los más felices de la tierra; pero si por alguna razón hace algo que no nos gusta, nos afecta de sobremanera y nos desilusionamos exageradamente. Todas nuestras reacciones van a ser extremas, porque idealizar es extremo.

Muchas veces ni siquiera estamos viendo a la persona tal como es en realidad, sino que visualizamos y creamos un personaje que nosotros anhelamos. Le ponemos a ese ser las características que nosotros andamos buscando. No somos objetivos.

El peligro no es sólo la desilusión que nos llevamos a medida que pasa el tiempo, porque el encanto se rompe y comenzamos a ver a la persona idealizada como es en realidad, sino que tampoco le damos una oportunidad de verdad a ese alguien. Cuando una persona se nos cae del altar en el que injustamente la hemos puesto, es difícil que se pueda levantar. Ante nuestros ojos dejó de ser ese ser perfecto que nos imaginamos y pasó a ser el más común de los mortales. Esto es lo que no nos gusta y nos frustra. Nos sentimos engañados, decepcionados… y lo cierto es que fuimos nosotros mismos los que nos engañamos.

Sin embargo, al magnificar los defectos de la persona, tal como hicimos anteriormente con sus cualidades, nuevamente estamos cometiendo un error. Algo de lo que me he dado cuenta es de que a los seres humanos nos cuesta encontrar el equilibrio en todo, porque resulta más fácil adoptar un extremo o el otro. Para tener un balance se requiere de muchísimo más esfuerzo, madurez y control. Se necesita invertir tiempo en conocer a las personas o situaciones y no sólo dejarnos impresionar por lo que nuestro ego quiere ver.

Al final ni siquiera se trata de que nosotros le demos una oportunidad a los demás para conocerlos, sino que nos negamos la oportunidad a nosotros mismos de establecer relaciones sanas e independientes con los demás. No son los otros los que van a repetir el patrón, sino nosotros mismos. Si no logramos darnos cuenta de que nos sucede esto, nos va a pasar con alguien más.

Generalmente cuando idealizamos a las personas, tenemos a la “de turno”. En el instante que la de turno se cae del pedestal, buscamos a quien la va a sustituir y nos dedicamos a desechar a las personas, porque ya no nos sirven para llenar nuestros vacíos. Darse cuenta de que existe este patrón es el primer paso para cambiarlo. Sólo podemos modificar las conductas de las que somos conscientes.

Estar abiertos a conocer a nuevas personas sin ningún juicio de por medio es el primer paso. No les pongamos defectos ni cualidades que nosotros mismo proyectamos. Démonos la oportunidad de verlas tal como son y tomémonos el tiempo de conocerlas para saber si podremos aceptarlas y quererlas con sus cualidades y también con sus defectos. Recordemos que nadie es perfecto y el arte de vivir está en aprender a integrar todas las características de las personas y apreciarlas completas y no sólo lo que nosotros queremos ver.

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